sábado, 9 de marzo de 2013

Las Cofradías Militares de Hidalgos

La crisis de la caballería popular a partir de mediados del siglo XIII se origina en el crecimiento de las redes oligárquicas en las villas y ciudades, propició la fundación de cofradías de hidalgos con fines eminentemente militares, en estas cofradías la religión era el elemento cohesivo y legitimador. 
En la Alta Andalucía fueron muchas las cofradías que nacieron, sobre todo en las comarcas de Baeza y Úbeda, formadas por los hidalgos que las reconquistaron. La Compañía de los Docientos Ballesteros del Señor Santiago establecía que solo los caballeros hijosdalgo descendientes de los infanzones que reconquistaron la ciudad podrían formar parte de la cofradía.
De la misma naturaleza fueron las cofradías de Santa María de los Hijosdalgo de Andujar, la de los Hidalgos de Santa María y la de San Luís de los Caballeros, fundadas estas dos últimas, más tardíamente, en Jaén en 1436.
De la gran variedad de cofradías, no todas exigían que sus miembros fuesen del linaje de los reconquistadores de una villa o comarca, un ejemplo es la cofradía de los caballeros cuantía de San Ildefonso de la villa de Priego.
Las funciones de defensa de la frontera andaluza constituían la razón de su existir, sin excluir la asistencia a los enfermos y pobres como es el caso de las cofradías de Nuestra Señora del Pilar de Sevilla o la de  San Sebastián de  Ballesteros de Osuna. No fue Andalucía la única región donde proliferaron estas cofradías, tenemos ejemplos en otras regiones como la cofradía burgalesa de los Caballeros de Santiago de la Fuente, fundada a principios del XIV, de la cual se conserva un bellísimo códice con sus estatutos donde aparecen dibujados sus miembros, representaciones que se han identificado erróneamente con caballeros de Santiago.

En Portugal también se fundaron muchas cofradías de hidalgos, bien documentadas en el Alentejo, o en Beira, donde en 1276, se fundó la cofradía de los fidalgos de Sabugal.

Si bien, fue en Andalucía, por su condición de la última frontera con el islam peninsular donde se fundaron más cofradías de hidalgos y donde mantuvieron una vida más intensa.

La Fundación de la Orden de Calatrava


El arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada (ca. 1170-1247) relató los hechos históricos que condujeron a la fundación de la orden de Calabrava. El relato comienza con la llegada a Toledo del rey don Sancho III de Castilla, en un ambiente de excitación ante los rumores sobre un inminente ataque musulmán contra Calatrava, plaza defendida por la orden del Temple. Los freires, viéndose incapaces de hacer frente la acometida musulmana, devuelven la fortaleza al rey, dejando desguarnecida una posición vital en el sistema defensivo de Toledo, una atalaya sobre el Guadiana que controlaba las rutas entre Toledo y Andalucía. El abad de Fitero, San Raimundo se encontraba en Toledo con uno de sus monjes, Fray Diego Velázquez, que de niño se había criado con el rey y en su juventud fue armado caballero. Fray Diego convenció a San Raimundo que pidiese al rey la concesión de la villa y fortaleza de Calatrava. El rey tuvo muchos recelos en concedérsela, además, muchos nobles de la corte pensaban que el abad y sus monjes no podrían defender una plaza tan importante, más cuando los templarios se habían sentido incapaces. Una vez concedida Calatrava a San Raimundo, este pidió ayuda al arzobispo de Toledo y al pueblo de Toledo para formar un ejército capaz parar la acometida musulmana. En enero de 1158, el rey don Sancho concedía a perpetuidad la villa y castillo de Calatrava al abad y al monasterio de Fitero.
San Raimundo se dirigió a Fitero para traer todos los monjes capaces de combatir, los rebaños y bienes. En Aragón consigue reclutar voluntarios para la cruzada. En poco tiempo se congrega un ejército de más de 20000 cruzados.
Los sarracenos, al ver Calatrava bien defendida, decidieron no atacarla, perdiendo la ocasión de tomar Toledo, lo cual supondría un duro golpe para Castilla. Debemos tener presente que entre 1154 y 1157, los almohades tomaron Almería, Úbeda y Baeza, reconquistadas por Alfonso VII, el Emperador de las Españas.
El rey Sancho III de Castilla, en su corto reinado da un paso decisivo en la consolidación del reino de Castilla, tanto en su dimensión territorial como fortaleciendo  las instituciones propias. En este proceso, las órdenes militares universales no eran el instrumento adecuado, pues sus fines extra peninsulares les restaban eficacia. Su sucesor, Alfonso VIII potenciará las órdenes militares castellanas relegando a las universales a un papel secundario. Este proceso de sustitución se extenderá a todos los reinos peninsulares. Por tanto, lo que sucedió en la Mancha entre 1157 y 1158 fue el primer paso para la sustitución del Temple por las órdenes territoriales peninsulares.
La orden del Calatrava es fundada por monjes militarizados, como sucedió con la orden del Hospital, a diferencia del Temple fundada por caballeros que entraron en la vida religiosa. ¿Por qué fue un abad del Cister, en un monasterio de Navarra el germen aglutinante de la orden de Calatrava?. La amistad del monje Diego Velázquez con Sancho III sin duda favoreció el proceso, pero no es suficiente para justificar que fuesen monjes del cister los que asumiesen el encargo de defender Calatrava y posteriormente constituirse en orden miliar. La orden del Cister había impulsado las cruzadas, grandes personalidades de la cristiandad como San Bernardo de Claraval y el papa Eugenio III eran cistercienses. En la sociedad del siglo XII, el cister era la institución más vital, la única capaz de liderar la cristiandad frente a los peligros que la acechaban, tanto internos como externos. Los discursos de San Bernardo de Claraval en defensa del carisma templario alentaron a los monjes de Fitero a postularse como defensores de Calatrava. Enrique abad de Claraval, en 1179 fue designado jefe de los cruzados que lucharon contra la herejía albigense en el sur de Francia, tanto en la dimensión militar como apostólica. Su sucesor, el abad cisterciense Arnau de Amalarico participo en las Navas de Tolosa. En el báltico los cistercienses construían los monasterios fortaleza de Dünamünde y Falkenau, en territorios paganos, expandiendo el cristianismo entre los eslavos. En este contexto histórico, no debe extrañarnos que Sancho III se apoyase en el espíritu cisterciense para cimentar el reino castellano, en un momento que el integrismo almohade suponía un gravísimo peligro para su subsistencia.
La donación en 1157 del castillo de Tudején al abad san Raimundo de Fitero, en la frontera con Navarra, para que la repoblase y defendiese frente a los navarros, nos dice mucho sobre la confianza que el rey Sancho III de Castilla había depositado en la capacidad de los cistercienses para asumir misiones militares y repobladoras, tanto en el desierto manchego como en la frontera norte con Navarra. El objetivo que buscaba Sancho III era construir un próspero monasterio cisterciense en Calatrava que dinamizase la repoblación, la defensa y la futura expansión de Castilla por la región manchega, como habían hecho los monjes blancos en Siria en la fortaleza del Belmont o los cistercienses en el Báltico.


La fundación de Calatrava por San Raimundo desde el punto de vista canónico tuvo varias dificultades para su regularización. El Capítulo de la Orden de 1152 prohibió la fundación de nuevos monasterios de forma imperativa. A esto se une que para formar una nueva comunidad cisterciense debe contarse como mínimo con doce monjes, un abad y un número hermanos conversos. La casa madre debe quedar con recursos humanos y materiales suficientes para seguir con sus actividades religiosas, ejerciendo la visitación y el control disciplinaria del nuevo monasterio. Las crónicas nos dicen que el abad de Fitero se llevó a Calatrava a todos los monjes y hermanos útiles, dejando en Fitero a los enfermos y lisiados. Si ambos monasterios, Fitero y Calatrava estuvieron regidos por el mismo abad durante un tiempo, eso constituiría una nueva irregularidad canónica. En el Bulario de Calatrava consta un documento redactado después de 1267, en el que se afirma que abadía madre de Calatrava es Morimond, descartando a Scala Dei y a Fitero de esta condición. En este documento se describe como el abad de Fitero de forma imprudente desplazó toda la comunidad de Fitero a Calatrava, sin el permiso de la abadía madre de Fitero, Scala Dei. Este traslado no se atuvo a la constitución de la Orden del Cister, ni a los usos y costumbres. Fue impulsada por el rey don Sancho III de Castilla y ratificada por este monarca, el rey Luis VII de Francia y el duque de Borgoña.

En 1162 el Papa Alejandro III confirma al abad Guillermo todos los bienes del monasterio de Fitero, entre los que no figura Calatrava. Entre 1158 y 1162 el convento de Calatrava estaba formado por monjes y freiles, una especie de hermanos conversos, cuyos hábitos se habían recortado para ejercer funciones militares. En estos documentos no se hace referencia al abad de Calatrava.
A la muerte de San Raimundo, se produce la escisión de la comunidad de Calatrava, el sector formado por los hermanos militarizados se impuso a los clérigos, obligando a estos a abandonar Calatrava y fundar la comunidad cisterciense de Ciruelos. La comunidad de Calatrava pasa de estar regida por un abad, en adelanta el caudillaje lo ejercerá un hermano laico, a título de Maestre.
El capítulo general del Cister de 1164, reconoció al maestre García como responsable de la comunidad de Calatrava, con autoridad semejante a la de un abad, incorporando plenamente a la comunidad de Calatrava como auténticos frates. Establecía que el maestre tendría capellanes específicos, elegidos por la comunidad de Calatrava, pero que gozarían de autonomía en sus funciones sacerdotales. El abad de Scala Dei redactaría una regla para la comunidad de Calatrava, teniendo en cuenta la opinión de los hermanos calatravos y su sacrificado servicio a la Cristiandad. El papa Alejandro III confirmó el texto capitular, insistiendo en la misión de defender de los enemigos de la cruz el lugar de Calatrava, bajo la regla cisterciense y la exención  episcopal del pago del diezmo.
En 1186 el capítulo general del Cister otorgó a la comunidad de Calatrava una nueva regla, o “forma vivendi” que asignaba al monasterio de Morimond la supervisión disciplinaria. Al abad de Morimond le correspondía visitar cada año Calatrava personalmente o mediante un delegado la comunidad de Calatrava y las casas que dependiesen de ella, la consagración de estas y el envío de monjes de Morimond para morar en las nuevas casas el tiempo necesario para establecer el correcto funcionamiento de la vida religiosa.
En el capítulo general de 1222 se estableció que el lugar del maestre en el coro de la orden era después de los sacerdotes y los demás calatravos se situarían entre los monjes y los novicios. Esto supuso un gran avance en la plena integración de los freiles calatravos en la orden cisterciense, pues antes su presencia en el coro no estaba reglada.
En el capítulo general de 1247 se les recuerda a los priores de Calatrava su obligación de asistir a los capítulos generales de la orden del cister, como la misma obligación de los abades.
El capítulo general del cister de 1249 definirá a la milicia Calatrava como “membrum nobile et especiale” de la orden del cister.

domingo, 13 de mayo de 2012

La Orden de Santa María de los Teutones



La orden fue fundada hacia 1190, en plena tercera cruzada a partir de un hospital alemán levantado cerca de Acre, bajo la advocación de Santa María de Jerusalén. En 1191 Clemente le otorgó una bula pontificia y Celestino III la confirmó cinco años después. Inocencio III en 1198 otorgó una normativa disciplinaria, no una regla propiamente, que consistía en una refundición de preceptos extraídos tanto de la Orden del Temple como de la Orden de San Juan. Honorio III asimiló la canónicamente la Orden Teutónica a la del Temple. Federico II concedió al Gran Maestre Teutónico Hermann de Salza, el rango de Príncipe del Imperio. Hasta finales del siglo XIII, sus mayores fortalezas estaban en Tierra Santa, destacando el castillo de Monfort a 50 kilómetros de Acre. El capítulo general se reunía en Palestina. La pérdida de Acre llevó a la orden a buscar nuevos espacios de evangelización. En la península ibérica disponía de una encomienda otorgada cuando el maestre Hermann de Salza visitó Castilla, sus freiles participaron en toma de Sevilla, recibiendo un pequeño legado en el repartimiento. La encomienda se denominaba Santa María de Castellanos de la Mota de Toro.

La Orden de San Lázaro



El desastre de Hattin, con la consiguiente pérdida de la ciudad santa de Jerusalén y la reducción del Reino Cruzado a una franja costera, en muchos puntos discontinua, dio el impulso final a la militarización de la Orden de San Juan del Hospital y con ella a otras órdenes religiosas de carisma asistencial radicadas en tierra Santa. La Orden de San Lázaro fue una orden asistencial creada alrededor de 1130. Su casa matriz era una leprosería situada en el camino que lleva desde el monte de los Olivos al río Jordán. Se sabe que en 1142 tenía gran actividad. La regla de la comunidad religiosa se basaba en la regla de San Agustín, adaptada a su labor. En 1244 la Orden pierde la mayoría de sus efectivos militares en el desastre de la Forbie. Pocos años después participan en la campaña de Egipto de San Luis. Los templarios enfermos de lepra eran acogidos en sus filas y el maestre lazarista era un enfermo de lepra hasta mediados del siglo XIII. Se extendió por occidente, abriendo casas en desde Hungría a Inglaterra. Parece ser que sus miembros defendieron tierra santa hasta la caída de Acre, fecha a partir de la cual el maestre y el resto de freiles de la orden fijaron su cuartel general en Francia

domingo, 6 de mayo de 2012

El Hospital de San Juan de Jerusalén: Su Transformación en Orden de Caballería



La Orden del Temple inauguró una vocación en la Cristiandad, pero su evolución no fue la tónica entre las Órdenes militares nacidas en Tierra Santa, el resto hicieron el camino inverso, de instituciones de vida religiosa evolucionaron por las necesidades defensivas del Reino de Jerusalén hasta convertirse en Ordenes Militares. Esta fue el camino seguido por el Hospital de San Juan de Jerusalén, la de San Lázaro, la Teutónica y la de Santo Tomás de Acre. La vocación asistencial y hospitalaria de la Orden de San Juan fue un referente para las órdenes hispánicas. Los orígenes de la Orden de San Juan son conocidos por las noticias del arzobispo Guillermo de Tiro. Desde la conquista musulmana, que arrebató Palestina, Egipto y Siria al Imperio Bizantino, la llegada de cristianos se dificultó, pero no se interrumpieron, manteniéndose un flujo continuo de peregrinos y mercaderes que precisaban de asistencia, después de un largo viaje entre infieles. Fueron los comerciantes de la ciudad italiana de Amalfi los primeros en establecer relaciones diplomáticas con el califa fatimí de Egipto de Al-Mustansir (1036-1093), permitiéndoseles a los cristianos reconstruir la iglesia del Santo Sepulcro destruida por shiíta Al-Hakin en 1009.

El comercio de los Amalfitanos con los musulmanes resultó muy próspero porque muchos de sus productos eran desconocidos para los orientales, llegando a ser de primera necesidad para ellos. Las autoridades concedieron ciertas libertades a los comerciantes de Amalfi entre las que estaba el derecho de reunión y hospedaje en Jerusalén. El califa les proporcionó un amplio espacio en el sector cristiano de la ciudad Santa, justo frente a la iglesia del Santo Sepulcro o de la Resurrección del Señor, como también era conocida. Allí construyeron una Iglesia en honor a la Virgen, que paso a denominarse Santa María la Latina y a su lado un monasterio con sus dependencias donde se instaló una comunidad de monjes italianos que se encargaron desde el principio de acoger a los peregrinos que lo pedían. Para albergar a las peregrinas los monjes de Santa María la Latina construyeron un monasterio femenino que daría protección y asistencia a las peregrinas bajo la advocación de Santa María Magdalena.

Al pasar los años las relaciones entre los cristianos y musulmanes empeoran, debido al finalizar la alianza bizantina-fatimí debido a que los turcos selyúcidas habían conquistado Bagdad. En 1071 los turcos derrotan a los bizantinos en la batalla de Manzikert y en los años sucesivos se hacen con el control efectivo de Jerusalén y Palestina. Los cristianos sufren inseguridad y abusos tributarios. Los peregrinos al llegar a Jerusalén lo hacían empobrecidos, hambrientos, sedientos, con las ropas raídas, fuesen nobles o hombres libres y debían conseguir la moneda de oro  que las autoridades musulmanas le exigían para  franquear la entrada a en Jerusalén. Una vez dentro de la ciudad la mayoría de los peregrinos quedaban a merced de los bandidos, pues los dos monasterios amalfitanos eran insuficientes para albergar a todos. La población cristiana ni el Patriarca de Jerusalén tenían capacidad para amparar a los peregrinos enfermos o heridos, pues sufrían la opresión vejatoria de las autoridades islámicas. Ante esta situación, los monjes y monjas amalfitanos decidieron despojarse de parte de sus rentas para construir una tercera iglesia con un hospital para atender a los peregrinos, que dedicaron al patriarca del siglo VII Juan de Alejandría, conocido por el apelativo de El Limosnero. Las tres fundaciones no tenían rentas suficientes y dependían de las limosnas anuales que les daban los comerciantes de Amalfi. En estas circunstancias se produjo la reconquista de Jerusalén por los cristianos en 1099.
La primera bula papal corresponde a su Santidad Pascual II que  la otorgó en 1113. El Papa se dirige a Gerardo empleando tres títulos: institutor, provisor y prepósito de la comunidad de freiles del Hospital, levantada junto a la iglesia de San Juan Bautista. La advocación se ha modificado, del inicial Patriarca Juan de Alejandría, conocido por el limosnero, al profeta San Juan Bautista, la importancia de la institución exige un patrono de más renombre. La bula concede a los Hospitalarios cinco privilegios:
-          Protección y tutela Pontificia (exención de obediencia al obispo).
-          Confirmación de los bienes recibidos.
-          Exención de diezmos sobre todas las propiedades directamente trabajadas por los hospitalarios.
-          Libertad de elección de los dirigentes de la comunidad.
-          Confirmación de la dependencia respecto del Prepósito de las casas creadas por la institución en Occidente: Saint Gilles (próxima a Marsella), Asti, Pisa, Bari, Otranto, Tarento y Mesina.
En los catorce años que transcurrieron desde la reconquista de Jerusalén, la desconocida orden del Hospital de San Juan, ha pasado de ser simplemente tres casas dedicadas a la atención de los peregrinos sin reconocimiento canónico, sin regla y con unas rentas procedentes de las limosnas de los comerciantes de Amalfi a ser confirmada por una bula papal que le reconoce los privilegios propios de una importante orden religiosa. Raimundo de Puy, el primero que usa el título de maestre, promulgará la regla de la orden antes de 1153, fecha en la que será confirmada su Santidad Eugenio III. La regla se inspira en la agustiniana, fuente de inspiración de los canónigos regulares.

En la regla encontramos tres puntos centrales:
-          El gobierno corresponde al capítulo, formado por freiles clérigos y laicos, presididos por el Maestre. Los distritos provinciales o obediencias, están sujetos al gobierno central de la Orden y a pagarle la tercera parte de sus rentas.
-          El sistema disciplinario es simple y riguroso, basado en los tres votos monásticos de pobreza, obediencia y castidad. La vida conventual regula los rezos del salterio para los clérigos y para los laicos 150 padrenuestros diarios. Las penitencias incluyen castigos corporales, ayunos, comer en el suelo, etc.
-          El cuidado de los enfermos en sus centros hospitalarios constituye la esencia de su carisma. Los cuidados no se reducen al curar las dolencias, la atención espiritual a cada peregrino es importante. Los pelegrinos debían comer antes que los freiles, el desvío de dinero dedicado a los pelegrinos para otros fines supone la expulsión del responsable. Para recoger dinero se organizan colectas y predicaciones a cargo de los freiles por toda la cristiandad.
La militarización de la Orden será un proceso que no se inicia hasta la segunda mitad del siglo XII.
¿Cuándo se produce la transformación de la Orden Hospitalaria de San Juan en una Orden Militar? Ni en la bula de constitución canónica de la Orden de 1113 ni en la aprobación pontificia de la regla de 1153 se menciona la condición militar de los monjes de San Juan. No obstante antes de ésta última fecha la Orden de San Juan recibe fortalezas para su custodia y participa en acciones militares. Así en 1136 el rey Fulcro de Jerusalén entre a la Orden de San Juan el castillo de Breit-Jibrin, en la frontera sur del reino y en 1144 el conde Raimundo II de Trípoli les cede una serie de fortalezas, entre la que destaca el imponente castillo Crac. En 1148 los caballeros del Hospital participan en la reconquista de la ciudad española de Tortosa y en 1153 en el cerco de Ascalón. La defensa del reino de Jerusalén y de la frontera en España exigía a la Orden una contribución en dinero y soldados. La desastrosa jornada de Hattin que llevó a la perdida de Jerusalén en 1187, aceleró el proceso de militarización. El papa Alejandro III hacia 1180 recordó al maestre Roger de Les Moulins que el fin principal de la Orden era la asistencia de los pelegrinos y el ejercicio de las armas era secundario.

domingo, 5 de febrero de 2012

El Gobierno de la Orden del Temple

El  Gran Maestre Roberto de Graon, en torno al año 1140, promulgó un texto en francés que recogía la regla latina y añadía una interpretación sobre cuestiones claves que se convirtió en la norma fundamental de la Orden. Es un texto sencillo  y coherente que integra elementos provenientes de las redacciones anteriores, las integra en cuatro líneas centrales: 

  •   Amplias competencias del Gran Maestre.
  • Una elaborada normativa disciplinaria. 
  •  Incorporación de usos y mecanismos de inspiración feudal concernientes al status y al poder de los freiles.
  • Especial atención a condición militar de la Orden.
Una vez marginado el Patriarca de Jerusalén en el gobierno de la Orden, el Gran Maestre pasa a constituir la máxima autoridad, a él corresponde el gobierno del convento, la disciplina de los freiles, la representación de la Orden ante el Rey y el Papa y la interpretación de la regla. El Gran Maestre cuenta con organismos que le asesoran en el buen gobierno de la Orden:
·         El Capítulo o congregación de todos los freiles, cuyo consejo solo es conveniente que sea escuchado por el Gran Maestre en temas graves que afecten al gobierno, a la recepción de nuevos freiles y al patrimonio de la Orden.
·         El consejo de los freiles ancianos.
·         La regla no recoge en este momento un esquema jerárquico de organismos que asumen funciones especializadas (encomiendas, prioratos, tesorería, flota, etc.)
La regla establece el régimen disciplinario, las actividades de los freiles, las horas canónicas y los oficios según los canónigos del Santo Sepulcro, la alimentación, los ayunos, la vestimenta, etc. Los freiles comían en el refectorio común en silencio, escuchando lecturas piadosas y compartiendo de dos en dos la escudilla. Se les permitía comer carne tres veces por semana y se regulaba perfectamente los días de abstinencia o de ayuno completo, para los freiles que no estuviesen enfermos o fueran ancianos. El dormitorio era común, dormían con la armadura y el equipo de combate a mano; se mantenía una luz encendida durante toda la noche. Después de completas se guardaba un completo silencio en el dormitorio, solo los freiles enfermos o muy fatigados tenían licencia para faltar al rezo de maitines. El hábito y aspecto personal estaban reglamentados: los freiles profesos llevaban vestiduras blancas o negras, recubiertas en todo caso por un manto blanco, signo del compromiso de castidad. Estaba prohibido dar muestras de un cuidado superfluo en el vestido, la cara o el equipamiento militar.
Los freiles se dividían en tres categorías: los caballeros profesos, los clérigos y los hermanos sargentos. Los primeros  constituyen el núcleo y la razón de ser de la “Caballería del Rey Soberano”. A cada caballero se le asignan tres monturas y uno o varios escuderos. La Orden estaba capacitada para actuar como una institución señorial: tenía licencia para cobrar diezmos bajo ciertas condiciones, poseer propiedades, tener siervos y cobrar derechos.
Un apartado destacable de la regla trata el derecho a la violencia dentro de los límites de la guerra santa, la Orden había nacido en Palestina por inspiración divina para defender los santos lugares y a los cristianos de la destrucción. La lucha contra los enemigos de Cristo no debía generar culpabilidad, todo lo contrario, era una acción necesaria para impedir la destrucción de la cristiandad.
Caballeros casados se asociaban a la milicia y al fallecer solían donar propiedades a la Orden, también se permitía a caballeros servir a la Orden por un tiempo definido, aportando un caballo y al finalizar el plazo recibía la mitad del valor del caballo. Se alentaba a los caballeros excomulgados a unirse a la Orden para expiar sus pecados y recibir el perdón de la Iglesia.
En 1165 se promulgan los “estatutos jerárquicos”, es un texto compuesto por 145 artículos que trata sobre las funciones, competencias, derechos y honores de las dignidades de la Orden:
·         Gran Maestre, también denominado Maestre General o Soberano Maestre: Se le asignaban cuatro caballos (uno más que al resto de freiles). El séquito estaba formado de dos prohombres de la Orden, un capellán, un clérigo, un sargento, un paje que portaba la lanza y el escudo, un intérprete de sarraceno, un cocinero y dos peones. Disponía de dos acémilas en tiempo de paz y de cuatro en tiempo de guerra para transportar su equipaje. Sus atribuciones eran muy amplias, pero antes de vender una propiedad de la Orden debía obtener la autorización del capítulo. No podía emprender una guerra, acordar una tregua o prolongarla sin la aprobación del capítulo o de su consejo privado. El capítulo nombraba a las principales dignidades de la Orden: el Senescal, el Mariscal, los comendadores de Jerusalén, de Acre, de Trípoli, de Antioquía, el Pañero del Convento y los maestres de las provincias de Occidente (Francia, Inglaterra, Aragón, Castilla, Portugal, Poitou, Pouille, Hungría, etc.). El Gran Maestre podía nombrar a los comendadores, tanto en el Capítulo como en el Consejo Privado. Tenía derecho de inspección de todos los dominios del Temple. No estaba capacitado para destinar a los freiles a Occidente o a Ultramar, la lista de los freiles que podían ser movilizados era confeccionada por el Mariscal, el Comendador de Acre, el Pañero y cuatro prohombres y la decisión correspondía al Capítulo. El consejo privado estaba capacitado para deponer a un Gran Maestre como sucedió con Renaud de Vichiers. Comía en reflectorio. Se le permitía hacer regalos para el beneficio de la Orden (cien besantes, una copa de oro o plata, un traje de vero, un caballo o una armadura). No podía conceder préstamos superiores a mil besantes. Los estatutos jerárquicos resumen su autoridad: “todos los hermanos del Temple deben obedecer a su Maestre y el Maestre a su convento”.
·         El Senescal: Es el lugarteniente del Gran Maestre, su séquito personal estaba constituido por un caballero, dos escuderos, un diácono, un intérprete de sarraceno, un indígena y un turco. Disponía de cuatro caballos, una tienda redonda y un sello. Cuando el Gran Maestre estaba ausente ejercía el control sobre las encomiendas. Podía regalar a un amigo de la Casa un palafrén, una mula, una silla de montar, una copa de plata o un traje de marta, pero siempre para beneficio de la Casa y con la aprobación del Capítulo. Cuando cabalgaba llevaba a su lado al Abanderado.
·         El Mariscal: Era el jefe militar de la Orden. Tenía imperio sobre las armas, los caballos, las provisiones, las máquinas de asalto, etc. Movilizaba las fuerzas del Temple, formaba los escuadrones y planeaba las tácticas de combate. Ordenaba las compras de caballos y mulas, bajo el consentimiento del Gran Maestre. Tomaba el mando en la batalla en ausencia del Gran Maestre o del Senescal. Al atracar los barcos con  los caballos procedentes de Occidente, inspeccionaba los animales y procedía a su reparto. El séquito del Mariscal estaba formado por dos escuderos, un hermano sargento y un indígena. Su tienda era redonda, pero más pequeña que la del Gran Maestre y del Senescal. No guardaba el sello y solo podía hacer regalos de poco valor a los amigos de la Casa, como una silla de montar o un arnés ligero, pero se le recordaba que lo hiciese con poca frecuencia. Sus adjuntos eran el Turcoplier, el Submariscal y el Abanderado.
·         El Turcoplier: Su función consistía en el mando de los hermanos sargentos en batalla y de las fuerzas auxiliares (denominadas turcopolos), tanto en tiempo de paz o de guerra. Disponía de cuatro caballos y de un turcomano. Cuando era enviado en una misión de exploración, asumía el mando del escuadrón. En la formación de batalla, recibía las órdenes del Mariscal y mandaba las fuerzas auxiliares. Por iniciativa propia no podía iniciar el ataque ni perseguir a los enemigos en retirada. El Turcoplier era un hermano sargento.
·         El Submariscal: Su misión consistía en supervisar el trabajo de los artesanos, armeros, la reparación y reparto de las armas, arneses, sillas de montar, ballestas, estribos, bridas, cascos, etc. Distribuía a los escuderos. Era un cargo reservado a los hermanos sargentos.
·         El Abanderado (Gonfalonero): Mandaba a los escuderos que servían al Temple por un tiempo (por caridad o a sueldo). Repartía a los escuderos entre las casas, paga su soldada y mantenía la disciplina. En campaña formaba los grupos de escuderos. El estandarte de la Orden era portado en tiempos de paz por un escudero, situado detrás del Abanderado y en tiempos de guerra por un indígena. El Abanderado era un hermano sargento.