sábado, 9 de marzo de 2013

Las Cofradías Militares de Hidalgos

La crisis de la caballería popular a partir de mediados del siglo XIII se origina en el crecimiento de las redes oligárquicas en las villas y ciudades, propició la fundación de cofradías de hidalgos con fines eminentemente militares, en estas cofradías la religión era el elemento cohesivo y legitimador. 
En la Alta Andalucía fueron muchas las cofradías que nacieron, sobre todo en las comarcas de Baeza y Úbeda, formadas por los hidalgos que las reconquistaron. La Compañía de los Docientos Ballesteros del Señor Santiago establecía que solo los caballeros hijosdalgo descendientes de los infanzones que reconquistaron la ciudad podrían formar parte de la cofradía.
De la misma naturaleza fueron las cofradías de Santa María de los Hijosdalgo de Andujar, la de los Hidalgos de Santa María y la de San Luís de los Caballeros, fundadas estas dos últimas, más tardíamente, en Jaén en 1436.
De la gran variedad de cofradías, no todas exigían que sus miembros fuesen del linaje de los reconquistadores de una villa o comarca, un ejemplo es la cofradía de los caballeros cuantía de San Ildefonso de la villa de Priego.
Las funciones de defensa de la frontera andaluza constituían la razón de su existir, sin excluir la asistencia a los enfermos y pobres como es el caso de las cofradías de Nuestra Señora del Pilar de Sevilla o la de  San Sebastián de  Ballesteros de Osuna. No fue Andalucía la única región donde proliferaron estas cofradías, tenemos ejemplos en otras regiones como la cofradía burgalesa de los Caballeros de Santiago de la Fuente, fundada a principios del XIV, de la cual se conserva un bellísimo códice con sus estatutos donde aparecen dibujados sus miembros, representaciones que se han identificado erróneamente con caballeros de Santiago.

En Portugal también se fundaron muchas cofradías de hidalgos, bien documentadas en el Alentejo, o en Beira, donde en 1276, se fundó la cofradía de los fidalgos de Sabugal.

Si bien, fue en Andalucía, por su condición de la última frontera con el islam peninsular donde se fundaron más cofradías de hidalgos y donde mantuvieron una vida más intensa.

La Fundación de la Orden de Calatrava


El arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada (ca. 1170-1247) relató los hechos históricos que condujeron a la fundación de la orden de Calabrava. El relato comienza con la llegada a Toledo del rey don Sancho III de Castilla, en un ambiente de excitación ante los rumores sobre un inminente ataque musulmán contra Calatrava, plaza defendida por la orden del Temple. Los freires, viéndose incapaces de hacer frente la acometida musulmana, devuelven la fortaleza al rey, dejando desguarnecida una posición vital en el sistema defensivo de Toledo, una atalaya sobre el Guadiana que controlaba las rutas entre Toledo y Andalucía. El abad de Fitero, San Raimundo se encontraba en Toledo con uno de sus monjes, Fray Diego Velázquez, que de niño se había criado con el rey y en su juventud fue armado caballero. Fray Diego convenció a San Raimundo que pidiese al rey la concesión de la villa y fortaleza de Calatrava. El rey tuvo muchos recelos en concedérsela, además, muchos nobles de la corte pensaban que el abad y sus monjes no podrían defender una plaza tan importante, más cuando los templarios se habían sentido incapaces. Una vez concedida Calatrava a San Raimundo, este pidió ayuda al arzobispo de Toledo y al pueblo de Toledo para formar un ejército capaz parar la acometida musulmana. En enero de 1158, el rey don Sancho concedía a perpetuidad la villa y castillo de Calatrava al abad y al monasterio de Fitero.
San Raimundo se dirigió a Fitero para traer todos los monjes capaces de combatir, los rebaños y bienes. En Aragón consigue reclutar voluntarios para la cruzada. En poco tiempo se congrega un ejército de más de 20000 cruzados.
Los sarracenos, al ver Calatrava bien defendida, decidieron no atacarla, perdiendo la ocasión de tomar Toledo, lo cual supondría un duro golpe para Castilla. Debemos tener presente que entre 1154 y 1157, los almohades tomaron Almería, Úbeda y Baeza, reconquistadas por Alfonso VII, el Emperador de las Españas.
El rey Sancho III de Castilla, en su corto reinado da un paso decisivo en la consolidación del reino de Castilla, tanto en su dimensión territorial como fortaleciendo  las instituciones propias. En este proceso, las órdenes militares universales no eran el instrumento adecuado, pues sus fines extra peninsulares les restaban eficacia. Su sucesor, Alfonso VIII potenciará las órdenes militares castellanas relegando a las universales a un papel secundario. Este proceso de sustitución se extenderá a todos los reinos peninsulares. Por tanto, lo que sucedió en la Mancha entre 1157 y 1158 fue el primer paso para la sustitución del Temple por las órdenes territoriales peninsulares.
La orden del Calatrava es fundada por monjes militarizados, como sucedió con la orden del Hospital, a diferencia del Temple fundada por caballeros que entraron en la vida religiosa. ¿Por qué fue un abad del Cister, en un monasterio de Navarra el germen aglutinante de la orden de Calatrava?. La amistad del monje Diego Velázquez con Sancho III sin duda favoreció el proceso, pero no es suficiente para justificar que fuesen monjes del cister los que asumiesen el encargo de defender Calatrava y posteriormente constituirse en orden miliar. La orden del Cister había impulsado las cruzadas, grandes personalidades de la cristiandad como San Bernardo de Claraval y el papa Eugenio III eran cistercienses. En la sociedad del siglo XII, el cister era la institución más vital, la única capaz de liderar la cristiandad frente a los peligros que la acechaban, tanto internos como externos. Los discursos de San Bernardo de Claraval en defensa del carisma templario alentaron a los monjes de Fitero a postularse como defensores de Calatrava. Enrique abad de Claraval, en 1179 fue designado jefe de los cruzados que lucharon contra la herejía albigense en el sur de Francia, tanto en la dimensión militar como apostólica. Su sucesor, el abad cisterciense Arnau de Amalarico participo en las Navas de Tolosa. En el báltico los cistercienses construían los monasterios fortaleza de Dünamünde y Falkenau, en territorios paganos, expandiendo el cristianismo entre los eslavos. En este contexto histórico, no debe extrañarnos que Sancho III se apoyase en el espíritu cisterciense para cimentar el reino castellano, en un momento que el integrismo almohade suponía un gravísimo peligro para su subsistencia.
La donación en 1157 del castillo de Tudején al abad san Raimundo de Fitero, en la frontera con Navarra, para que la repoblase y defendiese frente a los navarros, nos dice mucho sobre la confianza que el rey Sancho III de Castilla había depositado en la capacidad de los cistercienses para asumir misiones militares y repobladoras, tanto en el desierto manchego como en la frontera norte con Navarra. El objetivo que buscaba Sancho III era construir un próspero monasterio cisterciense en Calatrava que dinamizase la repoblación, la defensa y la futura expansión de Castilla por la región manchega, como habían hecho los monjes blancos en Siria en la fortaleza del Belmont o los cistercienses en el Báltico.


La fundación de Calatrava por San Raimundo desde el punto de vista canónico tuvo varias dificultades para su regularización. El Capítulo de la Orden de 1152 prohibió la fundación de nuevos monasterios de forma imperativa. A esto se une que para formar una nueva comunidad cisterciense debe contarse como mínimo con doce monjes, un abad y un número hermanos conversos. La casa madre debe quedar con recursos humanos y materiales suficientes para seguir con sus actividades religiosas, ejerciendo la visitación y el control disciplinaria del nuevo monasterio. Las crónicas nos dicen que el abad de Fitero se llevó a Calatrava a todos los monjes y hermanos útiles, dejando en Fitero a los enfermos y lisiados. Si ambos monasterios, Fitero y Calatrava estuvieron regidos por el mismo abad durante un tiempo, eso constituiría una nueva irregularidad canónica. En el Bulario de Calatrava consta un documento redactado después de 1267, en el que se afirma que abadía madre de Calatrava es Morimond, descartando a Scala Dei y a Fitero de esta condición. En este documento se describe como el abad de Fitero de forma imprudente desplazó toda la comunidad de Fitero a Calatrava, sin el permiso de la abadía madre de Fitero, Scala Dei. Este traslado no se atuvo a la constitución de la Orden del Cister, ni a los usos y costumbres. Fue impulsada por el rey don Sancho III de Castilla y ratificada por este monarca, el rey Luis VII de Francia y el duque de Borgoña.

En 1162 el Papa Alejandro III confirma al abad Guillermo todos los bienes del monasterio de Fitero, entre los que no figura Calatrava. Entre 1158 y 1162 el convento de Calatrava estaba formado por monjes y freiles, una especie de hermanos conversos, cuyos hábitos se habían recortado para ejercer funciones militares. En estos documentos no se hace referencia al abad de Calatrava.
A la muerte de San Raimundo, se produce la escisión de la comunidad de Calatrava, el sector formado por los hermanos militarizados se impuso a los clérigos, obligando a estos a abandonar Calatrava y fundar la comunidad cisterciense de Ciruelos. La comunidad de Calatrava pasa de estar regida por un abad, en adelanta el caudillaje lo ejercerá un hermano laico, a título de Maestre.
El capítulo general del Cister de 1164, reconoció al maestre García como responsable de la comunidad de Calatrava, con autoridad semejante a la de un abad, incorporando plenamente a la comunidad de Calatrava como auténticos frates. Establecía que el maestre tendría capellanes específicos, elegidos por la comunidad de Calatrava, pero que gozarían de autonomía en sus funciones sacerdotales. El abad de Scala Dei redactaría una regla para la comunidad de Calatrava, teniendo en cuenta la opinión de los hermanos calatravos y su sacrificado servicio a la Cristiandad. El papa Alejandro III confirmó el texto capitular, insistiendo en la misión de defender de los enemigos de la cruz el lugar de Calatrava, bajo la regla cisterciense y la exención  episcopal del pago del diezmo.
En 1186 el capítulo general del Cister otorgó a la comunidad de Calatrava una nueva regla, o “forma vivendi” que asignaba al monasterio de Morimond la supervisión disciplinaria. Al abad de Morimond le correspondía visitar cada año Calatrava personalmente o mediante un delegado la comunidad de Calatrava y las casas que dependiesen de ella, la consagración de estas y el envío de monjes de Morimond para morar en las nuevas casas el tiempo necesario para establecer el correcto funcionamiento de la vida religiosa.
En el capítulo general de 1222 se estableció que el lugar del maestre en el coro de la orden era después de los sacerdotes y los demás calatravos se situarían entre los monjes y los novicios. Esto supuso un gran avance en la plena integración de los freiles calatravos en la orden cisterciense, pues antes su presencia en el coro no estaba reglada.
En el capítulo general de 1247 se les recuerda a los priores de Calatrava su obligación de asistir a los capítulos generales de la orden del cister, como la misma obligación de los abades.
El capítulo general del cister de 1249 definirá a la milicia Calatrava como “membrum nobile et especiale” de la orden del cister.