El arzobispo de Toledo,
Rodrigo Jiménez de Rada (ca. 1170-1247) relató los hechos históricos que
condujeron a la fundación de la orden de Calabrava. El relato comienza con la
llegada a Toledo del rey don Sancho III de Castilla, en un ambiente de
excitación ante los rumores sobre un inminente ataque musulmán contra
Calatrava, plaza defendida por la orden del Temple. Los freires, viéndose
incapaces de hacer frente la acometida musulmana, devuelven la fortaleza al
rey, dejando desguarnecida una posición vital en el sistema defensivo de
Toledo, una atalaya sobre el Guadiana que controlaba las rutas entre Toledo y
Andalucía. El abad de Fitero, San Raimundo se encontraba en Toledo con uno de
sus monjes, Fray Diego Velázquez, que de niño se había criado con el rey y en
su juventud fue armado caballero. Fray Diego convenció a San Raimundo que
pidiese al rey la concesión de la villa y fortaleza de Calatrava. El rey tuvo
muchos recelos en concedérsela, además, muchos nobles de la corte pensaban que
el abad y sus monjes no podrían defender una plaza tan importante, más cuando
los templarios se habían sentido incapaces. Una vez concedida Calatrava a San
Raimundo, este pidió ayuda al arzobispo de Toledo y al pueblo de Toledo para
formar un ejército capaz parar la acometida musulmana. En enero de 1158, el rey
don Sancho concedía a perpetuidad la villa y castillo de Calatrava al abad y al
monasterio de Fitero.
San Raimundo se dirigió
a Fitero para traer todos los monjes capaces de combatir, los rebaños y bienes.
En Aragón consigue reclutar voluntarios para la cruzada. En poco tiempo se
congrega un ejército de más de 20000 cruzados.
Los sarracenos, al ver
Calatrava bien defendida, decidieron no atacarla, perdiendo la ocasión de tomar
Toledo, lo cual supondría un duro golpe para Castilla. Debemos tener presente
que entre 1154 y 1157, los almohades tomaron Almería, Úbeda y Baeza,
reconquistadas por Alfonso VII, el Emperador de las Españas.
El rey Sancho III de
Castilla, en su corto reinado da un paso decisivo en la consolidación del reino
de Castilla, tanto en su dimensión territorial como fortaleciendo las instituciones propias. En este proceso,
las órdenes militares universales no eran el instrumento adecuado, pues sus
fines extra peninsulares les restaban eficacia. Su sucesor, Alfonso VIII
potenciará las órdenes militares castellanas relegando a las universales a un
papel secundario. Este proceso de sustitución se extenderá a todos los reinos
peninsulares. Por tanto, lo que sucedió en la Mancha entre 1157 y 1158 fue el
primer paso para la sustitución del Temple por las órdenes territoriales
peninsulares.
La orden del Calatrava
es fundada por monjes militarizados, como sucedió con la orden del Hospital, a
diferencia del Temple fundada por caballeros que entraron en la vida religiosa.
¿Por qué fue un abad del Cister, en un monasterio de Navarra el germen
aglutinante de la orden de Calatrava?. La amistad del monje Diego Velázquez con
Sancho III sin duda favoreció el proceso, pero no es suficiente para justificar
que fuesen monjes del cister los que asumiesen el encargo de defender Calatrava
y posteriormente constituirse en orden miliar. La orden del Cister había
impulsado las cruzadas, grandes personalidades de la cristiandad como San
Bernardo de Claraval y el papa Eugenio III eran cistercienses. En la sociedad
del siglo XII, el cister era la institución más vital, la única capaz de
liderar la cristiandad frente a los peligros que la acechaban, tanto internos
como externos. Los discursos de San Bernardo de Claraval en defensa del carisma
templario alentaron a los monjes de Fitero a postularse como defensores de
Calatrava. Enrique abad de Claraval, en 1179 fue designado jefe de los cruzados
que lucharon contra la herejía albigense en el sur de Francia, tanto en la
dimensión militar como apostólica. Su sucesor, el abad cisterciense Arnau de
Amalarico participo en las Navas de Tolosa. En el báltico los cistercienses
construían los monasterios fortaleza de Dünamünde y Falkenau, en territorios
paganos, expandiendo el cristianismo entre los eslavos. En este contexto histórico,
no debe extrañarnos que Sancho III se apoyase en el espíritu cisterciense para
cimentar el reino castellano, en un momento que el integrismo almohade suponía
un gravísimo peligro para su subsistencia.
La donación en 1157 del
castillo de Tudején al abad san Raimundo de Fitero, en la frontera con Navarra,
para que la repoblase y defendiese frente a los navarros, nos dice mucho sobre la
confianza que el rey Sancho III de Castilla había depositado en la capacidad de
los cistercienses para asumir misiones militares y repobladoras, tanto en el desierto
manchego como en la frontera norte con Navarra. El objetivo que buscaba Sancho III
era construir un próspero monasterio cisterciense en Calatrava que dinamizase la
repoblación, la defensa y la futura expansión de Castilla por la región manchega,
como habían hecho los monjes blancos en Siria en la fortaleza del Belmont o los
cistercienses en el Báltico.
La fundación de
Calatrava por San Raimundo desde el punto de vista canónico tuvo varias
dificultades para su regularización. El Capítulo de la Orden de 1152 prohibió
la fundación de nuevos monasterios de forma imperativa. A esto se une que para
formar una nueva comunidad cisterciense debe contarse como mínimo con doce
monjes, un abad y un número hermanos conversos. La casa madre debe quedar con
recursos humanos y materiales suficientes para seguir con sus actividades
religiosas, ejerciendo la visitación y el control disciplinaria del nuevo
monasterio. Las crónicas nos dicen que el abad de Fitero se llevó a Calatrava a
todos los monjes y hermanos útiles, dejando en Fitero a los enfermos y lisiados.
Si ambos monasterios, Fitero y Calatrava estuvieron regidos por el mismo abad
durante un tiempo, eso constituiría una nueva irregularidad canónica. En el
Bulario de Calatrava consta un documento redactado después de 1267, en el que
se afirma que abadía madre de Calatrava es Morimond, descartando a Scala Dei y
a Fitero de esta condición. En este documento se describe como el abad de
Fitero de forma imprudente desplazó toda la comunidad de Fitero a Calatrava,
sin el permiso de la abadía madre de Fitero, Scala Dei. Este traslado no se
atuvo a la constitución de la Orden del Cister, ni a los usos y costumbres. Fue
impulsada por el rey don Sancho III de Castilla y ratificada por este monarca,
el rey Luis VII de Francia y el duque de Borgoña.
En 1162 el Papa
Alejandro III confirma al abad Guillermo todos los bienes del monasterio de
Fitero, entre los que no figura Calatrava. Entre 1158 y 1162 el convento de
Calatrava estaba formado por monjes y freiles, una especie de hermanos
conversos, cuyos hábitos se habían recortado para ejercer funciones militares.
En estos documentos no se hace referencia al abad de Calatrava.
A la muerte de San
Raimundo, se produce la escisión de la comunidad de Calatrava, el sector
formado por los hermanos militarizados se impuso a los clérigos, obligando a
estos a abandonar Calatrava y fundar la comunidad cisterciense de Ciruelos. La
comunidad de Calatrava pasa de estar regida por un abad, en adelanta el
caudillaje lo ejercerá un hermano laico, a título de Maestre.
El capítulo general del
Cister de 1164, reconoció al maestre García como responsable de la comunidad de
Calatrava, con autoridad semejante a la de un abad, incorporando plenamente a
la comunidad de Calatrava como auténticos frates. Establecía que el maestre
tendría capellanes específicos, elegidos por la comunidad de Calatrava, pero
que gozarían de autonomía en sus funciones sacerdotales. El abad de Scala Dei
redactaría una regla para la comunidad de Calatrava, teniendo en cuenta la
opinión de los hermanos calatravos y su sacrificado servicio a la Cristiandad.
El papa Alejandro III confirmó el texto capitular, insistiendo en la misión de
defender de los enemigos de la cruz el lugar de Calatrava, bajo la regla
cisterciense y la exención episcopal del
pago del diezmo.
En 1186 el capítulo
general del Cister otorgó a la comunidad de Calatrava una nueva regla, o “forma
vivendi” que asignaba al monasterio de Morimond la supervisión disciplinaria. Al
abad de Morimond le correspondía visitar cada año Calatrava personalmente o
mediante un delegado la comunidad de Calatrava y las casas que dependiesen de
ella, la consagración de estas y el envío de monjes de Morimond para morar en
las nuevas casas el tiempo necesario para establecer el correcto funcionamiento
de la vida religiosa.
En el capítulo general
de 1222 se estableció que el lugar del maestre en el coro de la orden era
después de los sacerdotes y los demás calatravos se situarían entre los monjes
y los novicios. Esto supuso un gran avance en la plena integración de los
freiles calatravos en la orden cisterciense, pues antes su presencia en el coro
no estaba reglada.
En el capítulo general de
1247 se les recuerda a los priores de Calatrava su obligación de asistir a los capítulos
generales de la orden del cister, como la misma obligación de los abades.
El capítulo general del
cister de 1249 definirá a la milicia Calatrava como “membrum nobile et
especiale” de la orden del cister.